Las alteraciones corneales
representan un desafío en oftalmología veterinaria, especialmente cuando
afectan la transparencia y funcionalidad ocular. Dentro de estas patologías,
las distrofias y degeneraciones corneales son entidades clínicas de origen diverso
que comprometen la integridad del tejido corneal, pudiendo ocasionar pérdida
visual. La identificación temprana y el tratamiento adecuado son esenciales
para evitar complicaciones y preservar la visión en los pacientes afectados.
Las distrofias corneales son
trastornos hereditarios caracterizados por depósitos anormales en una o varias
capas de la córnea, sin relación con procesos inflamatorios o infecciosos
previos. Generalmente, son bilaterales, simétricas y de evolución progresiva.
Se dividen en epiteliales, estromales y endoteliales, dependiendo de la capa
afectada. En contraste, las degeneraciones corneales son secundarias a
enfermedades oculares o sistémicas, como queratitis crónicas, hiperlipidemia o
alteraciones metabólicas, y suelen asociarse con inflamación o lesión corneal
previa.
Los signos clínicos varían
según el tipo y la severidad de la patología. En las distrofias corneales, se
observan opacidades bilaterales y simétricas en la córnea, sin signos de
inflamación, con una progresión lenta y sin impacto inicial en la visión. En
las degeneraciones corneales, la córnea puede presentar depósitos lipídicos o
cálcicos irregulares, vascularización corneal secundaria, pigmentación y, en
casos avanzados, ulceración debido a la fragilidad del tejido afectado.
El diagnóstico de estas
enfermedades se basa en la combinación de anamnesis, examen oftalmológico y
estudios complementarios. La biomicroscopía con lámpara de hendidura permite
evaluar la profundidad y distribución de los depósitos corneales. La oftalmoscopía
indirecta y la tonometría descartan patologías asociadas. En casos de
degeneración corneal, los análisis sanguíneos son fundamentales para detectar
alteraciones metabólicas como hiperlipidemia o hipercalcemia.
El tratamiento de las
distrofias corneales es principalmente conservador, ya que su progresión es
lenta y raramente comprometen la visión. Se recomiendan lubricantes oftálmicos
para mejorar la transparencia corneal y, en casos severos, queratectomía superficial
para eliminar depósitos densos. En las degeneraciones corneales, el manejo
depende de la causa subyacente, incluyendo el control metabólico en casos de
hiperlipidemia y el uso de agentes quelantes como el EDTA para depósitos
cálcicos.
El abordaje quirúrgico se
indica en casos avanzados con ulceración o pérdida severa de transparencia
corneal. Procedimientos como la queratectomía superficial y los injertos
corneales pueden restaurar la integridad del tejido y mejorar la visión. En
degeneraciones corneales con riesgo de perforación, la colocación de membranas
biológicas o colgajos conjuntivales es una opción terapéutica efectiva.
El pronóstico varía según la
etiología y el grado de compromiso corneal. Las distrofias tienden a ser de
evolución lenta y manejables con cuidados paliativos, mientras que las
degeneraciones requieren un enfoque integral para controlar la causa subyacente
y evitar complicaciones como úlceras corneales recurrentes o pérdida
irreversible de la visión.
Un enfoque multidisciplinario
entre oftalmólogos veterinarios y especialistas en medicina interna es clave
para el manejo óptimo de estas afecciones. La detección precoz y el control de
los factores predisponentes son esenciales para preservar la salud ocular en
pacientes afectados por distrofias y degeneraciones corneales.
Comentarios
Publicar un comentario