El
síndrome de ojo seco, o queratoconjuntivitis seca (KCS), por sus siglas en
inglés), es una patología ocular común en caninos y felinos, que puede ser
causada por diversas condiciones. El diagnóstico diferencial de KCS es
fundamental para establecer un tratamiento adecuado, ya que diversas
enfermedades pueden generar síntomas clínicos similares, pero con mecanismos
patológicos diferentes. El diagnóstico temprano es clave para evitar
complicaciones graves, como úlceras corneales.
En el
aspecto cuantitativo, la KCS se caracteriza por una disminución en la
producción de lágrima, lo que conduce a una deficiencia en la capa acuosa de la
película lagrimal. Por otro lado, en el aspecto cualitativo, la calidad de la
lágrima puede verse alterada, afectando las propiedades de la capa lipídica y
mucosa.
El
primer paso en el diagnóstico de KCS es la evaluación clínica detallada. Los
signos más comunes incluyen la disminución de la secreción lagrimal,
enrojecimiento conjuntival, secreción mucosa y, en algunos casos, la aparición
de úlceras corneales. Los propietarios suelen observar que el animal se frota
los ojos o presenta una mayor acumulación de secreción ocular.
Para
confirmar el diagnóstico, el test de schirmer de la lágrima es fundamental.
Esta prueba mide la producción de lágrimas en un período de 60 segundos y es
útil para determinar la severidad del síndrome. Si la producción de lágrimas es
inferior a 15 mm en un minuto, se considera diagnóstico de KCS . Sin embargo,
el test de Schirmer no es específico y debe ser complementado con otros
exámenes para diferenciar el KCS.
El
test de ruptura lagrimal con las tirillas de fluoresceína es una herramienta
diagnóstica fundamental, ya que permite medir el tiempo que transcurre hasta
que la capa de lágrimas se interrumpe después de parpadear. Este test es
particularmente útil en casos de queratoconjuntivitis seca, ya que proporciona
información sobre la estabilidad de la película lagrimal y su relación con la
evaporación excesiva.
La
evaporación de las lágrimas es un factor clave en la patología ocular, y se ve
directamente influenciada por una deficiencia en la capa lipídica de la
película lagrimal, la cual es producida por las glándulas de Meibomio, favoreciendo
su rápida evaporación. Como consecuencia, la capa acuosa de la lágrima pierde
su eficacia para mantener la humedad en la superficie ocular, lo que se refleja
en un tiempo de ruptura lagrimal más corto durante el test.
El
tratamiento del síndrome de ojo seco se basa principalmente en la reposición de
lágrimas, ya sea mediante lágrimas artificiales o agentes inmunomoduladores
como la ciclosporina A. En casos más severos, puede ser necesario recurrir a la
técnica quirúrgica de parálisis del nervio ciliar, con el fin de reducir la
evaporación de las lágrimas. La terapia de reemplazo lagrimal debe ser
combinada con antibióticos de amplio espectro para prevenir infecciones
secundarias, dada la susceptibilidad de la córnea a las úlceras.
El
tratamiento se basa principalmente en la mejora de la lubricación ocular y la
estimulación de la producción de lágrimas. El uso de lágrimas artificiales se
emplea como reemplazo para compensar la deficiencia. Además, los
lacrimomiméticos, como la ciclosporina, son una opción terapéutica que ayuda a
aumentar la producción natural de lágrimas mediante la estimulación de las
glándulas lacrimales. Este tratamiento también tiene efectos antiinflamatorios
que mejoran la salud ocular en casos de KCS.
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