La coriorretinitis es una
inflamación simultánea de la coroides y la retina, dos estructuras
fundamentales del ojo encargadas del suministro sanguíneo y la recepción de la
luz, respectivamente. Esta condición puede afectar a perros y gatos, y su
origen suele estar asociado a infecciones sistémicas, enfermedades
inmunomediadas, traumatismos o procesos neoplásicos. Dependiendo de la causa y
la severidad del daño, la coriorretinitis puede provocar desde una leve
alteración visual hasta una pérdida irreversible de la visión.
La coroides es una capa
vascular situada entre la retina y la esclerótica, cuya función principal es
nutrir la retina y regular la temperatura del ojo. La retina, por su parte, es
el tejido neurosensorial encargado de captar la luz y transmitir la información
al cerebro a través del nervio óptico. Cuando estas estructuras se inflaman, la
función visual se ve afectada, y pueden aparecer signos como visión borrosa,
ceguera parcial o total, hemorragias intraoculares, exudados y alteraciones en
el reflejo tapetal.
Las causas de la coriorretinitis
son variadas e incluyen enfermedades infecciosas como toxoplasmosis,
erliquiosis, leishmaniosis, moquillo canino y peritonitis infecciosa felina
(PIF). También puede ser consecuencia de enfermedades inmunomediadas,
hipertensión arterial, neoplasias intraoculares o traumatismos oculares. En
muchos casos, la inflamación puede ser secundaria a una enfermedad sistémica,
por lo que es fundamental realizar una evaluación completa del paciente.
El diagnóstico de la coriorretinitis
se basa en un examen oftalmológico detallado, utilizando oftalmoscopia directa
e indirecta para observar lesiones en la retina y la coroides. También pueden
realizarse pruebas complementarias como la ecografía ocular, tomografía de
coherencia óptica (OCT), análisis de sangre, pruebas serológicas e incluso
biopsias en casos de sospecha de enfermedades infecciosas o inmunomediadas.
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