El pannus, también conocido
como queratitis superficial crónica, es una enfermedad inflamatoria ocular
progresiva que afecta principalmente a perros, especialmente a razas
predispuestas como el Pastor Alemán, Border Collie, Husky Siberiano y
Greyhound. Se caracteriza por una inflamación crónica de la córnea que puede
llevar a una disminución severa de la visión si no se trata adecuadamente.
Aunque su causa exacta no está completamente determinada, se cree que tiene un
componente inmunomediado, exacerbado por factores ambientales como la
exposición a la radiación ultravioleta (UV), el polvo y el viento.
El pannus comienza con la
aparición de placas vasculares y pigmentadas en la córnea, generalmente en el
cuadrante inferotemporal, y con el tiempo puede extenderse hasta cubrir grandes
áreas de la superficie corneal. En fases avanzadas, se observa una hiperpigmentación
y un aumento del tejido fibrovascular que opacifica la córnea, lo que puede
comprometer significativamente la visión del perro. En algunos casos, la
enfermedad también puede afectar la membrana nictitante, lo que se conoce como
pannus atípico, caracterizado por inflamación y engrosamiento de la conjuntiva
de la membrana nictitante.
El diagnóstico del pannus se
basa en la evaluación clínica mediante oftalmoscopia, lámpara de hendidura y
tinción con fluoresceína para descartar úlceras corneales. No existe una prueba
específica para confirmar la enfermedad, pero su presentación clínica y el
historial del paciente ayudan a diferenciarla de otras queratitis. En algunos
casos, se puede realizar una citología corneal para descartar infecciones o
neoplasias.
El tratamiento del pannus es
de por vida y tiene como objetivo controlar la inflamación y frenar la
progresión de la enfermedad. Se utilizan antiinflamatorios tópicos, como
corticoides (prednisolona o dexametasona) o inmunomoduladores (ciclosporina o
tacrolimus). En casos severos, puede ser necesario el uso de medicamentos
sistémicos. Además, se recomienda proteger a los perros de la radiación UV,
evitando la exposición prolongada al sol y utilizando gafas especiales para
perros en casos extremos.
Si bien el pannus no tiene
cura, un tratamiento constante y adecuado puede mantener la visión del perro y
mejorar su calidad de vida. La detección temprana es clave para evitar
complicaciones severas, por lo que los dueños de razas predispuestas deben realizar
revisiones oftalmológicas periódicas y estar atentos
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